Limpiar y reestructurar.

Cuando una quiere cambiar, lo primero que hace es analizar las acciones y conductas que suele desarrollar y por qué no dan el resultado que se quiere. En caso de no llegar a una conclusión que a una le convenza, entonces es que hay algo que estamos pasando por alto.

Se dice muchas veces lo de «no eres tú, soy yo…» demasiado a la ligera. No. Pongamos las cosas en su sitio.

Yo soy responsable de mis acciones, de mis palabras y de mis emociones. Esto puede parecer de perogrullo, pero no os hacéis una idea de cuantísima gente se salta esto a la torera, y no hablo sólo de personas que echan la culpa de sus actos a otras, sino de las personas que echan la culpa de sus emociones a otras.

Estaréis hartas de oír el término «gente tóxica» hasta tal punto de usarlo para casi cualquier cosa: amigos tóxicos, parientes tóxicos, relaciones tóxicas, hábitos tóxicos, rotuladores permanentes tóxicos… – sé que el chiste es malísimo, tranquilos- como aquella vez en la que la moda era «de vértigo» -tacones de vértigo, escotes de vértigo, etc.-, al final las palabras pierden su valor, como los «te quiero».

Sin embargo, quiero insistir en este término de gente tóxica. No quiero hacerle publicidad a Bernardo Stamateas -autor de «Gente Tóxica. Cómo tratar con las personas que te complican la vida.»- porque, en mi opinión, acaba mezclando todo con todo, pero sí me parece que hace una buena clasificación de gente tóxica si nos mantenemos fieles a los tipos puros.

Gracias a dios, no he tenido el placer de toparme con cada uno de los tipos, pero sí me he topado con algunos, en particular con un tipo que no suelo ver a la primera nunca: el descalificador.

No voy detenerme en desarrollar el modus operandi del descalificador, pero sí me gustaría destacar alguna de sus características:

  • Finge estar interesado en lo que haces, pero sólo piensa en obtener provecho de aquello en lo que estás trabajando.
  • Es irónico y sarcástico: mediante indirectas e insinuaciones te hará creer que lo que estás haciendo no está del todo bien, influyendo de esta manera negativamente en la motivación y la energía que vuelcas en tu proyecto.
  • Vivirá usando una lupa para ver con detalle tus defectos, para luego utilizarlos a su favor.
  • Reducirá al máximo el valor de tus logros y tus éxitos.
  • Su objetivo es tener poder y control sobre todo cuanto sucede y sobre todos aquellos que estén a su alcance.
  • Sólo él tiene razón y conoce a la perfección todos los temas y asuntos que pueden tratarse.
  • Se consideran perfectos y no admiten cometer errores.

Los que hayáis pensado que no existe gente así, os invito a que miréis más detenidamente a vuestro alrededor, y los que penséis que a quién le pueden durar amigos así, os sorprenderíais.

Si pensáis que podéis cambiar a estas personas, -mec- error. Las personas pueden mejorar, pero no pueden cambiar, y sólo mejoran si ellas quieren hacerlo. Y os preguntaréis, «¿este tipo de persona puede convivir en pareja?, ¿es capaz de sentir amor?»; la respuesta es no. Esto sólo puede cambiar si la persona se da cuenta y decide mejorar.

¿Qué ocurre si esto no sucede, a pesar de poner todos los medios a tu alcance? Lo mejor que puedes hacer es alejarte. Sé que puede llegar a ser doloroso, pero no os imagináis cómo le cambia a una la vida cuando se deshace de gente tóxica. El primer paso es limpiar, el segundo reestructurar.

Si no eliminamos a la gente tóxica que nos rodea, es fácil volver a caer -aún habiéndonos propuesto firmemente que no ocurriría de nuevo- en la tentación del pesimismo, de la desidia, de la desconfianza, del miedo a la soledad, y que nos cueste levantarnos con buen ánimo por las mañanas; pero no perdamos la perspectiva: hay más peces en el mar, personas sanas que aportarán un rayito de luz a tu vida.

La clave es ponerse las gafas del optimismo – y tiene delito que lo diga yo, para los que me conocen- una vez eliminadas las personas que empeoran o no aportan nada a tu vida.

El resto va solo.

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