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Ser agradecida pero no esclava.

Hoy es uno de esos días en los que se me ha encendido la bombilla. Y madre mía, hacía siglos que no me pasaba.
Llevo muchos años dándole vueltas a lo del agradecimiento, he pensado en intentar describirlo yo misma pero la RAE en ocasiones ayuda bastante:

Agradecer: sentir/mostrar gratitud.

Gratitud: sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera.

El caso es que el «agradecimiento» siempre ha sido algo confuso para mí. ¿Cuándo terminas de agradecer algo a alguien? Nadie tiene respuesta a eso.

Hay personas que opinan que es suficiente un favor por un favor, otras que con agradecer el favor que les han hecho es suficiente y otras que, depende del tamaño del favor, ha de ser correspondido de una manera u otra.

Lo interesante es que he pasado por varias situaciones en mi vida y he pasado por estas tres formas de pensar sin decidirme por ninguna, bien por las circunstancias, bien por mi educación, bien por mi experiencia anterior.

Por ejemplo, en la cola del supermercado me ven con un par de cosas y me dejan pasar antes. En este caso, lo fácil es agradecerlo y ya está porque no vas a volver a ver a la señora en tu vida probablemente como para devolverle el favor. Sin embargo, si yo fuera una de esas personas de un favor por un favor, quizá ayudara a la señora a colocar las cosas para ir más rápido o me prometería a mí misma hacer el mismo favor a otra persona para «equilibrar el mundo». Los que miraran por el tamaño del favor, elegirían una de estas tres opciones en función del tamaño que tuviera para ellos el favor de dejarles pasar delante.

Este caso, a pesar de las distintas opiniones, resulta sencillo de resolver y no crearía demasiado debate porque no hay implicación emocional de ningún tipo con la señora -si es muy mayor se puede sentir ternura, pero no nos desviemos, sigue siendo una desconocida-, ni personal ni laboral -sí, hay implicación emocional en el entorno de trabajo queramos o no, pero eso en otro post-, así que tanto la señora como yo nos vamos a casa y antes de llegar ya se nos ha olvidado la bondad profesada.

Ahora un caso jodido que me tiene loca: una madre que ha criado a su hija con todos sus recursos posibles y de la mejor manera que ha sido capaz. Ya no es tan fácil, ¿eh?

¿Cuándo acaba el agradecimiento a una madre que te ha criado y dado la vida? Y ojo que no he dicho que la madre lo eche en cara ni que se lo recuerde de vez cuando, es más, me gustaría poner de ejemplo una madre deseable, concretamente de las que no te piden nada a cambio de ser madre. Simplemente lo son y quieren lo mejor para ti. Quitad a las madres del «¡Y así me lo agradeces!», esas saben lo que hacen perfectamente: hacen que estés en deuda con ellas de por vida.

Personalmente, doy gracias de que no sea el caso de la mía. Tiene sus defectos porque es humana, pero es una de esas mamás deseables. Y aún así, los que somos hijos de madres así, sentimos de alguna manera que tenemos que agradecérselo.

Os contaré un secreto muy bien guardado: no le debéis nada a vuestros padres. Hablo en serio, nada. No estáis en deuda con ellos porque os hayan dado de comer, os hayan pagado el colegio ni los estudios -en los casos que así sea-, ni nada de eso. No tenéis que compensarles nada de ninguna manera. Es duro lo que digo, lo sé, suena feísimo, pero así es. ¿Sabéis por qué? Lo hacen porque quieren, porque les gusta vernos felices, y además es su obligación. Lo que oyes. Cuando eres padre/madre tienes la obligación cuidar y mantener sano a tu hijo/hija con los medios que tienes a tu alcance sin esperar nada a cambio. Estáis alucinando, lo sé.

Pero contadme entonces, en caso de deberles algo, ¿qué les deberíais? ¿Reembolsarles todo lo que os han dado? Eso es imposible. ¿Sacar las mejores notas y tener un buen trabajo? Creo que eso te afecta a ti, no a ellos. ¿Cuidarles cuando se hagan mayores? Hay cuidadores y residencias.

Parezco una miserable desagradecida, ¿a que sí?

¿Podríais volver a mirar la definición de la RAE más arriba? ¿Os habéis fijado? Ya sé que pone obligación y corresponder, pero os dejáis la parte importante.

La primera palabra de la definición de gratitud es sentimiento.

No es ni deuda, ni deber, ni reclamación, ni moral. Sentimiento.

Si quiero agradecerles algo a mis padres será porque siento gratitud, no porque les deba nada en absoluto. Sentir que quiero hacer algo por ellos, no que deba hacer algo por ellos. No estoy obligada a sentir agradecimiento, ¿desde cuándo se está obligado a sentir algo que no se siente?

El agradecimiento se trata de amor y no de deuda. Yo a mis padres les agradezco los abrazos, los besos y el amor incondicional durante todos estos años, porque no tenían porqué. Esa es la gratitud que siento y corresponderé como sienta que tenga que hacerlo.

Y así con todas las personas que han pasado y pasarán por mi vida de una manera u otra, en lo personal o laboral, a corto o largo plazo.

Se puede ser agradecida sin ser esclava.